El Calendario Zaragozano y el Popol Vuh
Es la cosa que andaba Mi Salvedad Salvatrucha pensando en como acrecentar la grey y como lograr que más seztarios abonen la membrillez, cosa que ninguno ha hecho hasta ahora, salvo un réprobo (no él réprobo titular, Su Reprobitud T´handejoder, hablo de otro) que me dijo que ingresaba los cien pelotes en el Banco del Parque, lugar común (el chiste y el banco) y mentira, que nunca me llegó aviso de mis lombardos de una tal transferencia.
Si recordáis, (que deberíais) los principios de la filosofía salvatrucha contenidos en mi página güeb, comprobareis por una parte que me debo intelectualmente al Calendario Zaragozano, de Castillo Occsiero, Don Mariano, y al Popol Vuh, que puede ser del Maya Vayustashaber, Don Ahcacaocito porque es anónimo, apócrifo y casi casi ni tan siquiera escrito. Encima, los mayas escribían cartas largas, pero en piedra, en zaborros de muy buen tamaño y la letra era como una especie de viñetas o cuadradillos, con lo que les quedaban las cuartillas que parecen todas pegadas de sellos. Pues di a pensar que siendo el maya ducho en calendarios y en las cosas de los equinoccios y de las fases lunares, lo mismo que Don Mariano, bien podría irme a conocer los lugares donde vivió el primero, ya que tan bien conozco la Zaragoza del segundo.
Todo esto lo hacía, como digo, por mejorar la profundidad de la filosofía salvatrucha, aunque después de haberse cumplido nuestro primer acierto profético con la celebración de la ceremonia de la condonación (repetidamente convocada por Mi Salvedad, aunque con otro libreto) a cargo de Rato, Don Rodrigo; Aznar, Don José María; Flores, Don Paquito y la Niña Dña. Deuda de Hacienda, actores inconscientes de nuestras maquinaciones salvatruchas desde la maltrecha ladera del Quetzaltepeque, poco puede mejorarse tan excelsa y probada doctrina. Llamé, pues, una tarde a Su Suavidad Encantadora (mi señora) y le dije:
- Maña mía
- Que quieres, que tengo mucho que hacer
- Que estoy pensando en irnos a Tikal, que me gustaría comparar las mediciones de los equinoccios de los mayas con las del Calendario Zaragozano.
- ¿Y para que quieres hacer esa tontería?
- No es tontería, que es acto de profundización filosófica, dentro del camino de perfección que marca mi sezta salvatrucha.
- Mira, cada día estás más raro, déjame en paz, que tu todo lo ves muy fácil. Tu vas e invitas a cuatro personas sin avisar y te quedas tan ancho diciendo chorradas, pero yo tengo que preparar canapeses para ocho y estoy casi sola, que a la chica, hay que enseñarla y estar todo el día encima porque además tuayudarnoayudasnadaperoesosíluegotodoloquieresperfectoyhay quevercomotepones .......
Dejando las cosas como estaban, decidí convocar el consejo mayor de la sezta, lo que por desgracia sigue siendo igual de fácil que el día que la fundé, porque se arregla con irme a la terraza y repantingarme con un cubata de Flor de Caña (Five Years, of course, que es poción de recomendada ingesta) a ver la ladera del volcán. Conseguido el cuórum de inmediato (Señor, Señor, cuanto os pesará) me di y tomé la palabra y me dije:
- ¡Hola hijos!
- ¡Hola, Tu Salvedad Salvatrucha Papitiso Don Pedrito!
- Os he convocado para deciros que ayer tuve un sueño
- ¡No jodas!
- Como lo ois, y a ver si no juramos, que esto va de cónclave
- ¡Allellujah, allellujah!
- Ahí tí, por ahí va la cosa. ¿Y quereís saber que he soñado?
- ¡No hemos de querer, cuente Su Salvedad, cuente!
- Pues he soñado que debo ir a Tikal, para vivir más de cerca los principios de la filosofía salvatrucha
- ¡Allellujah, allellujah! ¡Hace muy bien Su Salvedad, y seguro que el viaje redunda en beneficio de la humanidad doliente!
- Pues hala, gracias por el ánimo y el acuerdo. Y por cierto, que los vivas y plácemes me los dais en latín como es menester, y no en dialectos de negros del Mississipi, ¿Visto?
- Amén y Aleluya, Aleluya, Aleluyaleluyaleluya, Vámonos pa Tikal, muchacho, vámonos pa Tikal.....
Y esto os cuento para que veáis cuan grande es mi disciplina interna y como antes de tomar una decisión consulto siempre con el quórum seztario.
Pues unos días después, el mismo Domingo de Ramos, nos fuimos mi señora y yo con el fiel Mazda camino de la frontera del Anguiatú, con intención de pasar la noche en Río Dulce, a medio camino de San Salva a Tikal. Y fijaos que (nada es casual en esta vida, todo es causal, como me dijo un lama tibetano de Tenerife en Panillo una tarde de invierno) nada más que un Mazda podría tener como coche Mi Salvedad, teniendo en cuenta que soy algo zaratustriano, y Mazda quiere decir el agudo, el listo, el enterao en farsí de entonces, aparte de Fábrica Ejemplar de Coches de Turismo la Flor de Loto en japonés de ahora.
Una carretera sin mucho que contar nos llevó hasta terrenos de la laguna de Izabal, donde el paisaje empieza a cambiar según cambias de vertiente Pacífica a Atlántica. Los montículos volcánicos cubiertos de vegetación, se van volviendo montículos calizos cubiertos de vegetación. La tierra periódicamente herida por desastres sísmicos y volcánicos, se va tornando tierra periódicamente herida por desastres ciclónicos y tormentosos. Donde antes hacía un calor horroroso, se comienza a sentir una calor horrorosa.
Poco que contar de Río Dulce, aparte de la calor y el río. El pueblo es un aburrimiento, feo y sucio. De no recomendar. Un corto viaje nos llevó a Santo Tomás de Castilla y a Puerto Barrios, que seguro fueron más interesantes hacia 1600, y desde Puerto Barrios una lancha a Livingstone, donde según textos está la etnia garifuna, según mis ojos, negros mayormente, según mis poros y trasudores, una calor desmedida.
Los negros garifunas estos viven de despellejar al turista, que cobran el viaje en canoa zozobradora y salpiquera a precio de cabina del Titanic, y también de la curiosa industria de hacer trencillas a las turistas que se dejan, que les dejan el pelo como a la Bo Derek (lo otro no, eso en Lourdes) y cobran a quetzal y medio la trenza. Un pubis de tamaño medio completo, un poner, saldría por medio millón y con cuentas de plástico, nada de lujos.
Si que son bonitas las playas con cocoteros de anunciar Nivea que ves al raudo pasar de la canoa, pero entre que vas en un ¡Ay! por la muy posible zozobración y que cada vez que asomas el morro te llevas un salpiquete de 3,78 litros (miden en galones) tampoco te enteras demasiado.
Otra excursión factible es al Castillo de San Felipe, un castillo pequeñito pero bien hecho y muy bien situado en un estrecho del río, que defendía la entrada del lago de Izabal, donde España tenía sus almacenes, de la piratería inglesa que hasta allí llegaba. Y es que Su Graciosa Majestad bien que le tocaba los cohone a Su Majestad Católica por pirata interpuesto. Y visto desde un punto de vista desapasionado, si yendo allí hoy día sale uno maldiciendo de la calor y de los zancudos, hay que tenerlos bien puestos, pirata o conquistador, para ir a darse de palos nada menos que en la boca del río Dulce, como si fuera poca machada el simple llegar allí con la cosa de la vela y el alisio.
Dos detalles si que se pueden resaltar de las carreteras y paisajes guatemaltecos: el primero, las palmeras, o árboles si es que lo fueron, que suelen adornar las crestas de las colinas. Ya se decía que era tierra de huracanes, y queda bien patente viendo como dejan a los árboles más expuestos en botánicas pelotas, quedando las crestas de los montes peinadas como cabeza de adolescente moderno, con cuatro troncos en punta, sin más que unas hojas para tapar sus verdes vergüenzas.
En las carreteras, hay casi seguro un contrato de favor para el letrerista - señalista de Obras Públicas, seguramente un sobrino del Presidente o del MInistro de turno. Solamente así se explica el ver en varios carteles "Cacerío San Vicente" o Cacerío Las Milpas", que parece anuncio de coto de caza más que de aldea, y más adelante, ver señales informativas de las de cuidado, que cruzan bichos (para lo que no parecen necesitar cartel, que lo hacen donde y cuando les parece) en las que se reproduce un bestiario espeluznante. Un mono que parece un diablo empuñando un garrote, una especie de cocodrilo con el morro chato, otra especie de cerdo morrudo con el culo enorme, un como gusano con el rabo tieso, posiblemente un pájaro preñado que parece que se está comiendo a otro.
El artista-señalero hubiera causado furor en la heráldica medieval europea, pero hoy día te deja temblando por si alguno de esos mutantes cruza delante de tu coche, vas dispuesto a frenar y alejarte corriendo y rezando un exorcismo. Además, ponen muchos anuncios de esos, se conoce que para sacar de penas a la empresa, y te da la impresión de que vas a encontrar un monstruo cada kilómetro, aunque luego solo ves alguno y debidamente aplanado, incrustado y hecho asfalto, como cualquier conejo, perro o gato de carretera española. Aparte de los cerdos, vacas y caballos que utilizan la carretera de babor a estribor con toda frescura, cuando y como quieren y sin avisar.
Y en la radio, se oian noticias en petenero, que así se llaman los de la zona de Petén, y es fonéticamente entre caló y vascuence, con mucha "ch" y "j" y terminación en "ó", menos cuando hablan de dinero, que en eso no hay coñas, y lo hacen en español de Valladolid, y así se oía: "Ochó peténichá lejoró porteñó bancafé depochitó cientoventicinco quechal" Y es que los idiomas de los pueblos digamos clásicos, mucho inventar el cero, que todos lo han hecho o así dicen, pero a la hora de contar, solo llegan al tres, y así cuentan, uno, dos, tres y unhuevo, englobando esta última cifra todos los números mayores.
Tras pasar por Flores, pueblecito construido en una isla pequeña del lago Petén Itza y lleno de restaurantes, hoteles y tiendas de recuerdos, llegamos por fin al hotel de Tikal hacia la una, justo para comer como fieras y escuchar al guía Vinicio que nos proponía-obligaba una visita del museo de las piedras y otra al de cerámica a partir de las tres de esa misma tarde. De la visita saque varias conclusiones y enseñanzas:
- El escribir de los mayas era todo franqueo, se les iba la cuartilla en sellos.
- El rey más famoso de Tikal, muy del aprecio de nuestro guía, era un tal Ah Cacao, o Rey Chocolate, como un Sr.Matías López, o Monsieur Nestlé o Mister Cadbury de hoy día.
- La cerámica era como la de todas partes, botijos y fuentes con algo de colores. Mucho cuenco para poca sopa.
- Los ingleses y americanos, como en todas partes, se les han llevado las mejores piezas de las ruinas.
- Hacía una calor desmedida.
Visto todo ello, tras secarnos el sudorísimo y esperando a que casi se pusiera el sol hicimos una primera incursión a las ruinas, concretamente a la plaza mayor, y aunque apenas estuvimos una hora, bastó para dejarnos impresionados. Volvimos al hotel y rechacé violentamente una proposición de ir a las cinco de la mañana a ver el amanecer en las ruinas. A lo largo de mi azarosa vida, me han ofrecido varias veces ir a sitios diversos a ver salir el sol, detrás de una duna, al borde de un río, en una llanura de tumbas y columnas... Gaitas, que lo mismo se ve al atardecer, con el tal de que te pongas mirando del otro lado y si no, peor para ellos, que a esas horas todavía no se le ha juntado a uno el alma al cuerpo y no es cuestión de ir cabreado a ver bellezas.
En el intervalo echado a siesta entre secar el sudor de los museos e iniciar el de los atardeceres, es de contar que comenzamos a oir un mugido que iba entre elefante en celo, miura cabreado, perro atropellado y cerdo en proceso de castración. Todo ello con un volumen desaforado. Salimos al jardín con verdadera alarma, para descubrir que eran monos aulladores que desde lo alto de unos árboles se insultaban, desafiaban o declaraban su amor, pero lo que fuera lo hacían con muy poca discreción y muy intensamente. Un día os los enseñaré, que quedaron grabados en luz y sonido. También hay en la zona gran variedad de pajarerío que tienen la misma falta de discreción en sus comunicaciones, se conoce que lo da el clima, o el agua, o la misma calor. Entre unos y otros todo queda en tremendo escándalo y algarabía, como si fueran españoles de verdad.
Pues por último, el jueves de discreta mañana, no madrugada, nos pegamos un recorrido intenso por toda Tikal. Pocos sitios hay en el mundo que unan tan bien naturaleza, con pájaros y árboles increíbles, historia con el extraño mundo de los mayas y el porqué de su repentina decadencia, ciencia con sus asombrosos conocimientos de astronomía y política con sus ciudades-estado y su religión cruel pero tan atractiva.
Las pirámides mayas son impresionantes, tienen una elegancia de líneas y una altura que sobrecoge y al parecer sus alineamientos e intenciones de situación, diseño y arquitectura están todavía muy lejos de ser conocidas del todo. Estuvimos más de tres horas para ver el trozo más importante de las ruinas descubiertas, que no es sino el 30% de lo que hay en el perímetro completo de la ciudad antigua. Hay árboles encima, debajo y en medio de los templos, colinas con árboles enormes encima que se nota perfectamente que ocultan un templo, caminos desde los que se adivina una vertical de piedra, paralela a otra de un tronco... Uno de los yacimientos arqueológicos de los que se puede disfrutar sin ser experto, de los que visitas sin cansarte aunque no sepas ni te importe mayormente de que va lo maya. Harto está uno de visitar ruinas o museos que para el profano son un rollo, aunque los arqueólogos y guías turísticos los comentan con tanto ardor y encendido elogio que da reparo decir que no entiendes nada, que no te gusta nada y que si lo se no vengo.
Y tras una mano de coche hermosa, Tikal - San Salvador, aquí está Mi Salvedad otra vez en la ladera del Quetzaltepeque, dispuesto a descansar e hidratarme debidamente este fin de semana de Gloria, para emprender Pascua con renovados ánimos para el mejor servicio del Rey Su Majestad y devoción de la Virgen del Pilar, que ese sí que es Rey y no el Ah Cacao de mi amigo Vinicio, y esa si que es único Dios verdadero y no el Ahura Mazda del Zaratustra y el Zoroastro.
Pues esto dió de sí el viaje a Tikal, y eso os recomiendo que hagais y que no os perdais, pero en meses de noviembre o diciembre que dicen mejora el tiempo y baja la calor, que ahora está como para que aúlle el mono.
Y la paz, y el sudor de vuestro amigo Don Pedrito