WENCESLAO

          Mi Salvedad Salvatrucha nunca ha sabido quien era San Wenceslao, aunque mucho me equivoco si dentro de poco no recibo un emilio de uno de los más ilustres miembros de la sezta, su Reprobidad Apostasiaca Salvatrucha, explicándome quien era, como se vestía de pequeño, que leyó en la escuela y cuantos doctos varones han errado en cosas que han dicho sobre él. Lo único que recuerdo es que en uno de los libros de Guillermo Brown, traducidos por Guillermo López Hipkiss, (toma coincidencia, réprobo) se cantaba una canción que se llamaba "El buen Rey Wenceslao", no se si en un coro de colegio o por Navidades, y deduzco que sería un rey anglocohón, de esos que lo único bueno que tienen es la referencia a las ingles de su patronímico.
          Es el caso, que hay un chascarrillo que en su tiempo tuvo gran éxito, que se refiere al nombre de Wenceslao, y que dice más o menos así:

          Estaba un señor en una oficina de telégrafos redactando su telegrama, cuando se le acerca otro con pinta de paleto y le dice:
          "Oiga, perdóneme, pero me podría hacer el favor de ayudarme a escribir un telegrama, que tengo muy pocas letras y no soy capaz de rellenar estos papeles"
          "Pues no faltaba más", le contesta el primero, "venga aquí y en un momento lo escribimos entre los dos; dígame primero el texto, que es lo más complicado, y luego ya pondremos el resto de los datos. Pero tenga en cuenta que se cobra por palabras, cuanto más corto sea, más barato le sale"
          Se queda pensando el de la boina y le dice: "Mire, se trata de un asunto de familia, con el sinvergüenza de mi primo que me ha hecho una faena muy gorda con una herencia, pero si como usted dice hay que escribir poco, hágame el favor de poner solamente esto, que él ya lo entenderá: WENCESLAO, QUE TE DEN PO'L CULO"
         El señor amable pega un respingo, pero se repone y le dice: "Bueno, bueno, como usted quiera, pero oiga, ¿Sabe usted como se pone Wenceslao?"
          Y el paleto le contesta: "¡ Pues como coño quiere usted que se ponga ..., así !"  Y uniendo el gesto a la palabra, se doblaba por la cintura en ángulo recto, colocándose en postura oferente.



         Esta postura, reverencial,  gimnástica, buscadora  o vicio-nefanda fue estudiada ya por el mismo Quevedo, que en un relato corto en el que habla de una oposición o provisión de un puesto, dice que en pasando el que había de dotarlo, los solicitantes se transformaban en cinco de guarismo, que es muy  acertada definición de la tal actitud.
         El mismo Billy Gates parecía conocer o el chiste o a Quevedo, cuando creó la figura adjunta, que tantas veces hemos visto en presentaciones de Power Point y a la que comúnmente se conoce por "Wenceslao". Al menos, en un curso que realicé hace poco, cuando la docta cátedra puso esta figura para dar ejemplo gráfico de la atención y detalle con que había que estudiar las instrucciones y directivas, hubo un general murmullo de "¡ Coño, el Wenceslao!" que venía a corroborar lo dicho, el chiste es muy conocido.
        Todo esto viene a pelo y a pluma, perdón, quería decir a pelo y a cuento, en que estaría yo pensando, de lo que he leído en un libro editado en 1994 por el Ministerio de Educación de El Salvador, Centroamérica, (Historia de El Salvador, Tomo I). En su página 226 se incluye el recuadro que adjunto y que copiado absolutamente al pié de la letra, en especial con las mismas comas, corchetes y puntuaciones, (ni siquiera cambio el numeral del siglo) dice tal que así:

RECUADRO 14.1

EL PINTOR JUAN FRANCISCO WENCESLAO CISNEROS

             Juan Francisco Wenceslao Cisneros (1823-1878) fue el pintor salvadoreño más importante del siglo 19; perteneció a la primera generación que se benefició de un mayor contacto con el exterior. Después de estudiar en París, Cisneros fue a La Habana, Cuba, donde llegó a ser director de la Academia de San Alejandro, la academia de arte más importante de aquella isla. Desafortunadamente nunca regresó a su país. A continuación, un fragmento de un boceto biográfico por Antonio Rodríguez M., publicado en el Diccionario Biográfico cubano.

Juan Francisco [Wenceslao] Cisneros. Notable pintor, litógrafo y dibujante, nacido en 1823 en la ciudad de San Salvador, capital de la República del Salvador, en Centro América. A los dieciseis años de edad abandonó su patria, a la que no volvió a ver jamás, en el séquito de un diplomático sud-americano que llevaba la misión de representar a la República del Salvador como Ministro Plenipotenciario, en París y habiendo observado las extraordinarias facultades de su protegido, para la pintura, lo llevó como agregado a la Legación, para procurarle los medios de cultivar su talento artístico en las Academias de aquella capital. El joven artista adelantó con rapidez en los estudios, hasta el punto que pudo continuarlos con sus propios recursos, renunciando a los auxilios de su protector; pasó luego a Italia para perfeccionarse en Roma y Florencia.
              En París, se dedicó también al estudio del dibujo litográfico, procedimiento que, como es sabido, no admite vacilación ni arrepentimiento y que, en esa época, estaba muy en boga, para estampaciones de carácter delicado. En este género Cisneros logró, por la superior habilidad con que lo realizaba, una justa estimación, así como figurar entre los mejores especialistas en este difícil arte. En los Museos de Francia, se encuentran guardadas con gran aprecio, láminas admirables que ostentan la firma de Cisneros...



    Y digo yo que en el relato, a no ser que sea mala intención del historiador por envidioso o como venganza hacia un mal patriota, se ve claro de que pié cojeaba el diplomático sudaca, y de paso el pintor, pobrecillo, que seguramente se pasó la travesía del Atlántico mirando hacia la Meca.
    Que conste que las comas que coloca el sesudo historiador y articulista,  como subrayando que las facultades que llamaron la atención del diplometa no eran otras que las pictóricas, están tal cual en el texto, y lo mismo los corchetes que rodean el tercer nombre [Wenceslao] del eximio artista, que destacó en un arte que "no admite vacilación ni arrepentimiento".
    Es por tanto posible, que el chiste de Wenceslao haya tenido más éxito del que se pueda pensar, al menos Mi Salvedad piensa que las alusiones del relato dejan poca duda, y que la relación entre llamarse Wenceslao y tomar po'l culo ha calado no solamente en cuartos de bandera españoles, sino también en círculos artísticos y culturales caribeños y tropicales.
    Sirva por tanto esta epístola de reflexión para mis membrillos, de que si te dejas, igual te hacen pintor, pero luego te acaban sacando a la vergüenza pública tarde o temprano.
    Y un Salvatrucho abrazo de Mi Salvedad que os quiere a casi todos,
           
                Don Pedrito.