Del viaje a El Salvador

     Yo, Don Pedrito el Renacido, Papitiso Salvatrucho te saludo, incluso te bendigo especialmente en el caso en que hayas abonado tu cuota y seas ya de la secta. Y si no, no.
      El Renacido soy en lo físico y en el espíritu, lo primero por la benéfica influencia combinada del clima, la altura y el vivir en la ladera de un volcán, lo segundo por la benéfica influencia de la filosofía salvatrucha, que ha iluminado mi alma como está llamada a iluminar los albores del segundo milenio. Y si quereis comprobar como es verdad y aún más la facultad iluminadora de esta doctrina que imparte Mi Salvedad, abonad el óbolo (cuota mínima 100 Pelotes) en la CC a mi nombre en el banco Cuscatlán al que los chuscos llaman Banco a Cascala, pero eso ya es otra historia.
     Llevo ya un mes aquí y ya he visto lo suficiente para hacer un general e grande relato de como es esta tierra y lo que en ella me aconteció desde que fuí llegado a finales del mes de julio. Y por no aburrir al amable lector y no contarlo todo de golpe, lo haré por trozos, hoy una cosa y mañana otra. Que cada cual vaya a lo que más le importe, o no vaya, o vaya a todo. Yo dividiré la crónica en capítulos, con temas diferentes aunque interconectados, y serán como una serie de monografías, de las cuales allá va la primera, que es de los viajes.

1ª.- de los viajes interoceánicos
  (ya ibas advertido, ahora no te quejes)

     Los viajes a estas tierras, que un día fueron de su Majestad Católica, son más cortos que cuando se hacían en carabelas, de modo que saliendo de Barajas hacia las doce del mediodía, llegas aquí hacia las seis de la tarde. Pero es cruel artificio esto de la hora, porque atendiendo a que el sol o la tierra dan vueltas el uno alrededor del otro, (yo no me pronuncio, que a alguno le costó la hoguera), son seis horas que han sido catorce, porque en saliendo el sol aquí, ya hace ocho horas que amaneció en España.
     O sea, que sales y ya vas de tarde, porque las doce son y son las cuatro de la mañana, y piensa uno que no, que es mediodía, y así lo dice el sol, y la calor, y los pajarillos, pero cualquiera que tenga letras y sea viajado te dice que no, que es de madrugada. Y lo mismo en llegando, que aunque veas que se pone el sol de aquí, resulta que sale el de allá, o lo que diga el Santo Padre, que insisto en que no quiero problemas con la Santa Inquisición.Y todo ello, que queda claramente explicado, se traduce en que el llegante se suele pegar dos o tres noches amaneciendo a las cinco de aquí con los ojos como un búho, y en llegando las siete de la tarde de aquí te avienen unos bostezos como de jaguar o cuguar, y no te equivoques entre los dos (león de las montañas en América, 5 letras) que se te estropeará el crucigrama.
     Y por lo demás, los viajeros avezados saben que vayas donde vayas te cuesta un día el viaje (menos a Panticosa y a Grañén, que es menos) por lo que no miden las distancias en tiempos. Y tampoco han de medirse en kilómetros, yardas o varas castellanas, de no ser que estés haciendo el Camino de Santiago a pié enjuto, porque viajando en avión es poco el esfuerzo. Más bien se miden en dineros, y así se dice que estamos a mil dólares de distancia, o a quinientos o a mil y quinientos, que ya es la leche de distancia. Y eso cuando eres particular, que si eres funcionario, casi como si fueras andando de casa al Corte de Ingles, un poner. Mi chica, que viaja con la Virginerlines, le salió Barcelona-Rotterdam a 11.000 pesetas de distancia, como Zuera o La Pola y si andais avisados, buscando fechas y ofertas parece mentira lo cerca que se pone todo, aunque para llegar aquí te lleven por Anchorage o por Bombay.
     Y el viaje en sí mesmo, depende de si vas por Iberia o por American Air Lines. Como la cosa tiene muchas variaciones y pretendo un contar paralelo, llamaremos para abreviar Beri a Iberia y Aline a la American. Puesto en Barajas, llegas al mostrador Beri, y hay una moceta medio buena o que lo estuvo, y te pregunta si fumas o no y te dice que tira, quió, puerta ocho, venga. Si es por Aline, te para un mozo antes del mostrador y te lee un papel que parece de ejercicios espirituales, que si has comprado la maleta hace poco, que si llevas un paquete de alguien, que si has perdido el equipaje de vista más de diez minutos en los últimos seis meses, que si le has dado la mano a un gitano en lo que va de año etc, etc.
     También te dan un papel en el que debes poner crucecita de sí o no a preguntas de que si eres o has sido traficante de armas, drogota porrero, terrorista, proxeneta, asesino a sueldo o luchador de catachascancan. Te aclaran al pié, que caso de contestar sí en alguna cosa, puede ser que no te dejen entrar en los EEUU. Como a uno se la bufa, que va a otro sitio, pone que sí donde le peta, con la esperanza de que el juicio final sea así de fácil, siendo uno, como es, de conciencia laxa.
     La aeromoza de Aline suele ser gorda y negra con mala leche (no café con leche) Lo de las azafatas buenísimas y complacientes era cuando volaba la madre de St. Exupery, que fué Miss Vendôme en sus días, o la señora de Wright que era ninfomaníaca y becaria por la Sorbona. Hoy día las aeromozas son un desastre, y es probado. Por cierto, que con Aline no te dejan fumar en todo el viaje, y el personal coje unos monos como Kin-Koñes.
     Cualquiera de los dos, Beri o Aline, te pueden dejar con el oberbuquin, y si es la Aline, te dan dineros y un buen hotel, y piden voluntarios para quedarse si no quieren a quinientos, a mil dólares, y al que no quiera la radio le regalamos el puñao de higos. Los dineros son en billetes de avión, y hay que mirar la letra pequeña, que si no te dan billetes para volar solamente de Kansas a Topeca, un poner, y para el día de San Squigüindei, que no se que santo es pero es fiesta de por allí. Si cojes el oberbuquin de la Beri, es mejor porque casi ni te enteras; nadie te dice nada, que es como una vergüenza de familia, y solo se nota porque los empleados de las taquillas se van yendo deprisa y sin hacer ruido, y solo se queda una moza, la más mona y la más nueva, que repite la frase que viene en la página uno del manual para azafatos: "Yo no soy responsable, no es culpa mía, no sé, esperen que vendrá el inspector con el maestro armero"
     Y el viaje es un reposo si eres garricorto como buen aragonés, que dicen que al peer levantan tierra, pero no lo es tanto si eres garrilargo. Tambien ligan más, y todo no se puede tener. De todas formas, todos van algo arrugados en los asientos, y el honrado emigrante, o el funcionario con dietas de nivel dos, miran con odio cuando pasan por las primeras, donde el pasajero se estira voluptuoso y tiene video particular y come mejor, y le pasan un güisqui cada vez que quiere. Y a los de clase emigrante, pollo de carne pálida, color carne de señorita de provincias, y un porrón de Valdepeñas a buchete y paso atrás.
     Entre comer, una cabezada y una película, pasan unas nueve horas de reloj (clepsidra, de arena, resorte, volante, péndulo o cuarzo, pero nunca de sol como queda dicho) y llegas a Miami, sin desprecio de los presentes. Allí te llevan por un pasillo cada vez más estrecho que el suelo avanza solo, pero la gente camina por encima, que hay muchos del sindicato de urgencias, como en las escaleras del metro. Y el pasillo es cada vez más estrecho y sin salida a los lados, y parece como para vacunar vacas, y te dices ¡Ay, Dios mío, quien me mandaría poner que si en las crucecitas del formulario de entrada! (el form que le dicen). Pero al final, llegas si por la Beri a una sala de espera con bar y españoles que todos dicen que sí, que México bonito, pero para plazas, Roma y para playas, Kalutara, porque el español es turista que va a un sitio para poder decir que conoce otro mejor. Si por Aline, te llevan a una sala solo con televisores y negros de uniforme, y los fumadores van a una como pecera de cristal, con menos aire acondicionado que en el resto, y dicen que el año que viene les echarán un pastor protestante y un médico a hablarles de lo malo que es el tabaco.
     Y allí pasas dos horas, y luego otra vez lo mismo hasta otro avión, y desembarcas tras otras dos horas en Comalapa, El Salvador, con calor y humedad como para destetar iguanas, pero allí te espero yo, y te dejo un pai-pai de ratán y te llevo a casa con el fresquete y allí tienes el vino pagado, y del bueno, y te explicaré otra vez y con paciencia porqué, siendo las siete, bostezas como cuguar.
     Y esto es el viaje, y queda dicho, luego no digas que no vas avisado, y si no te lo crees, ven y lo verás. Y esto todo va con la intención de que venga personal a verme, que aunque este es país superpoblado, hay ganas de ver a buenos amigos en estos trópicos, y de paso os podreis convertir a la secta Salvatrucha, que dentro de poco quiero empezar la Novena de l´Ingle y el festejo de la Condonación y somos de momento pocos socios. Corrijo, que mi Salvedad Salvatrucha no miente, que soy poco socio, y para estos festejos hacen falta por lo menos dos, de lo contrario se cae en polución, acto impuro, derrame o vicio solitario, que de las tres formas y muchas más se llama y las otras son menos cultas pero más de andar por casa, pero las primeras eran para confesarse, que de alguna forma había que decírselo al cura de forma que sonara a arrepentido y no a cachondeo.
    Y todo el que esto leyera, queda obligado a responder a mi Salvedad en plazo breve, y a uno que lo hizo le tocaron los ciegos, y a otro que no lo hizo le tocaron los güevos y mucho que le dolió. Y dejo de decir paridas, que miro el texto y todo se me ha ido en conjunciones. Pues un abrazo y recuerdos a los más allegados de vuestro amigo y Papitiso Don Pedrito