APUNTES DE VIAJE: DE CUANDO ESTUVE EN MIAMI
          Esto es la cosa que huyendo de terremotos, remezones y temblores me fui a Miami a pasar unos días con mi señora y el fruto de nuestro amor, masteresa ella en París. Y como viajar ilustra, decía un señor a punto de convertirse en lobishome en un bosque gallego en no sé que película, me he propuesto escribir una memoria de mi viaje para que sirva de ilustración y esparcimiento de sobrinos y hermanos, unos porque pequeños son y están en periodo de formación y todo les aprovecha y otros porque pequeños son y educarlos es deber de hermano mayor.
        De todas formas, ojo con los sobrinos y si veis que se esparcen más de lo que es reglamentario leyendo estas líneas, darles fuerte pero no en la cabeza, que perjudica la concentración; en el lomo y de través, como decía un mi amigo, gris de su natural, de los de asalto que decía el abuelo, cuando iba a gritar aquello de ¡¡disuélvansen, disuélvansen!! a la Universidad de Zaragoza.
         Y os preguntareis, educandos. ¿Donde está Miami? Y no me extraña que lo hagais, porque aunque teneis el máster en Zuera y el doctorado en Panticosa, por las Américas, salvo algunos, estais poco viajados. Os responderé gustoso que Miami, que los americanos, por joder y para confundir llaman Maiami, anda por los Caribes de Castro, en la parte que sería Almería si los Yunais fueran España, que no quiera Dios, ¡Viva España!, ¡¡¡VIVA!!! En pié, a cubrirse y novedades.
          Y como apreciareis en la ilustración adjunta, la península de La  Florida es como la chorra de América; valga el simil aunque levemente obsceno, por que explica como al ver su forma, Don Pedro Méndez de Avilés, conquistador y fundador de la zona, decidió llamar Miami (de mearme, en asturiano michami) a la ciudad que fundó donde acampaban los indios Calusa, que ya no acamparon más y se fueron con el tipi a esperar a Cúster a las praderas.
          Pues como decía al principio, allí que nos fuimos a ilustrarnos y a conocer gente, que la hay mucha y muy variada. En llegando, alquilamos un coche que allí llaman carro y son distintos a los normales en que tienen dos pedales, Dios les confunda, que el embrague se mezcla con el freno, lo cual que cuando pretas del izquierdo para aparcar marchalante marchatrás, frenas y te desmochas contra el parabrisas y es mucha risión, pero no se cala que para eso si que valen.
            Y se conoce que nos vieron cara de ser de Zaragoza, porque un negrata enorme que era el carrero nos dice ¿güeraryufrom?, que quiere decir bienvenido. (En el Asimil pone güelcom, lo que pasa es que los gringos escriben para un lado y leen para el otro, se conoce que para confundir). Total que yo le contesté, según el método, zenllú berimách, y el gachó que mueve la cabeza y masculla algo así como "Oie chico, ehpanioles paletos" y le grita a su asistente, otro negrata más chico que por allí andaba: ¡Yimmi, gimmi a car for spaiks! Que luego me enteré que quiere decir Jaime, dame un coche para hispanos, y es que éstos se distinguen de los otros en que al apretar el pedal de la derecha, se oye por el altavoz que dice ¡ARRE! y si aprietas el de la izquierda, se oye que dice ¡SOOO! y así aprendes antes el aquel del automático. Los carros de gringos dicen otras cosas, que al acelerar se oye un relincho y suena ¡Heyo, Silver! Y allí que salen echando leches.
            Pues ya con todo y carro, nos fuimos al barrio de Don Tom, que era donde teníamos el hotel, y que resultó estar en el centro comercial de la ciudad. Y es de saber y contar la historia del nombre, por curiosa y ejemplar y reflejar alguna faceta del carácter de los americanos. Lo cual, que hubo hace muchos años, cuando había servicio, un mandinga que se llamaba Tom, y que dentro de los esclavos era de los mejores por limpio, agudo, dispuesto, bien mandao y miaja voceras ni malmetedor.

        Tan bueno era, que los mismos señoritos suyos le regalaron una cabaña que la tenía como los chorros del oro, y en vez de Tom, quió, o Tom, jodío, o Tom, negrata, como les decían a los demás, le llamaban Tío Tom y lo trataban con mucha consideración. Y de aquello salió la famosa "Cabaña del Tío Tom" que es un libro de la Beecher Stowes, Dña Harriet que cuenta su historia para ejemplo de los demás, y esto es en lo que se inspira aquella canción country sureña tan sentida que dice aquello de...

"El negro que sale bueno, bueno, tendrá cabaña,
pero al negro malo dale caña, dale caña, caña".

       Pues durante la historia americana, siempre hubo un descendiente del Tio Tom que era usado como ejemplo y advertencia para el servicio, pero con lo de la abolición se les acabó el chollo a los gringos, y el Tom de la época le fue a decir al alcalde que de Tío nada, que le subiera la titulación, y que de cabaña ya estaba hasta los pelendengues (palabra mandinga de difícil traducción) y que quería un barrio entero, y que si no les montaba una manifa por todo lo alto con Lutero King y todo. Total, que el alcalde que se vio con la ciudad patas arriba, le dijo que sí, que bueno y a partir de entonces, al mejor barrio de las ciudades le dicen Don Tom. Y ahora ya lo sabeis.
        Y cerca de nuestro hotel había un museo judío, que cuando fuimos era la semana del prepucio, y los había muy vistosos y variados, unos pequeños como chiclés usados, pero otros enormes como chapelas de Elósegui. Y todos tenían su explicación en una plaquita que decía quien había sido su dueño y a que chorra habían dado abrigo. La joya de la exposición eran los tres prepucios del Rabino Ebhenezer Whwestrikondowitz, uno de recién nacido, otro de cuando fue a la mili y el tercero de cuando profesó en la sinagoga, que era hombre santo y muy milagrero.
        Y los rabinos son gente curiosa y muy de ver, que gastan luengas barbas y luengas trenzas y un luengo gabán negro como guardapolvos de cuando los comercios antiguos. Su religión, o la higiene, o mismamente la tradición les ordena llevar el colodrillo tapado, porque dice la Tora: ¡MUUUUU!, lo que traducen los doctos rabinos por “tápate la nuca Aarón que te resfrías”, y como son cumplidores de verdad, no solo se ponen una tapa sino dos, y así llevan un sombrero de ala, y debajo una especie de bonete o boina de diseño que le dicen kippa. Lo mismo al fin y al cabo que los cristianos, que para taparnos lo nuestro, gastamos de pantalón y gayumbo. Y es que las religiones vienen a parar casi todas en lo mismo: no hay más que un solo Dios, el mío; no jodas al prójimo, (en más o menos amplia acepción del verbo) y al salir del templo, echa en el cepillo.
        Es muy de verlos cuando rezan, que agarran un como misal, (la Tora) y empiezan a dar cabezadas y balanceos, se conoce que imitando a las toras en el campo y cuando están en Jerusalén, se van a un muro y se dan de calabazadas contra él y luego echan recaditos de papel en los agujeros que abren mismamente a cornadas. Al final, muy parecido a los besos de la columna del Pilar, con la diferencia de que lo de la Virgen nuestra es lo de verdad.
        Pues cuando vimos Don Tom y nos secamos del besugo y luego de comprarnos un montón de cosas, todas ellas muy útiles y lo que nos hemos ahorrado tanto gastar, nos fuimos a ver un sitio que le dicen Cayo Hueso, pero en los letreros pone Key West, que ya digo que entre lo que hablan y lo que escriben los gringos, nada que ver y es una carretera estrecha que va con agua para los dos lados, porque vas de isla en isla por mitad del Atlántico Caribe. Si os fijais en el mapa que me he tomado la molestia de insertar ad supra, la carretera es eso que parece la última gota si Florida fuera chorra.
        (A este respecto, ver en el trabajo sobre el folklore Calusa de Margaret Pinkestein, en la parte "Coplas festivas" aquella que dice: Si Florida fuera chorra y en Cuba hubiera un potorro, Castro viviría de gorra y el Bush perdería un engorro.)
        Y allí rodaron dos películas muy mentadas, una del Bogart y de ese pequeño con cara de estreñido que a lo mejor se llamaba Cagney o similar que hacía mucha calor y había un hotel y venga de sudar e iban vestidos de blanco de los años cuarenta, de lo que dicen los cubanos "Pantalón ansho, güevitos frehcos, shico" y otra del Bond Jamesbond, que iba de drogueros (como los Alfonso, pero en sinvergüenzas) y les tiraban güetes desde un helicóptero a los coches que iban por los puentes que parecían jugar a puto el postre de tan deprisa.
        Y otro día fuimos también a ver un Parque Nacional que le dicen escribiendo las Everglades; renuncio a deciros como le dicen diciendo, porque no se parece nada. Y es sitio lleno de cocodrilos y pájaros que no hay más que decir y también turistas gordos, de los que no tienen la caridad de esconder las canillas, que bastante atribulada está la humanidad para lucir esas cosas. Y otra cosa que es de mencionar es el vestuario de los turistas, que van que parece que anuncian algo, con pantalones cortos y camisas de colorines y soltando lorzas por todas partes, que se conoce que los Yunais son tierra de gordos.
        Y más os contaría pero lo dejo para otro día Sed buenos y no deis mucha lata y así vuestros papitos, o hermanos mayores en su caso, os invitarán a ver las Américas y luego podreis ir contando. Y un beso muy fuerte de vuestro tío, hermano, hijo, pariente, amigo...pero siempre Salvedad,

                                Don Pedrito
        Y luego vimos también un sitio de piscinas donde habían metido unos barbos, un besugo y unas señoritas de muy buen ver, pero con muy mala leche porque todo se les iba en enzurizar a los barbos, que eran mucho más grandes que los nuestros del Ebro, y luego al besugo, que era enorme y pintado de negro y blanco y le decían Güili, para que saltaran bien alto y salpicaran al personal y en la foto se ve a un barbo a punto de poner a parir de agua a un rabino, que no le vendría mal, que debajo del guardapolvo echan tufo como a santidad mal entendida. Y los barbos salpicaban una cosa mala, pero el besugo cada vez que saltaba era como una ola entera, y es que ya dice el dicho que más caga un buey que cien golondrinas.