Pues durante la historia americana, siempre hubo un descendiente del Tio Tom que era usado como ejemplo y advertencia para el servicio, pero con lo de la abolición se les acabó el chollo a los gringos, y el Tom de la época le fue a decir al alcalde que de Tío nada, que le subiera la titulación, y que de cabaña ya estaba hasta los pelendengues (palabra mandinga de difícil traducción) y que quería un barrio entero, y que si no les montaba una manifa por todo lo alto con Lutero King y todo. Total, que el alcalde que se vio con la ciudad patas arriba, le dijo que sí, que bueno y a partir de entonces, al mejor barrio de las ciudades le dicen Don Tom. Y ahora ya lo sabeis.
Y cerca de nuestro hotel había un museo judío, que cuando fuimos era la semana del prepucio, y los había muy vistosos y variados, unos pequeños como chiclés usados, pero otros enormes como chapelas de Elósegui. Y todos tenían su explicación en una plaquita que decía quien había sido su dueño y a que chorra habían dado abrigo. La joya de la exposición eran los tres prepucios del Rabino Ebhenezer Whwestrikondowitz, uno de recién nacido, otro de cuando fue a la mili y el tercero de cuando profesó en la sinagoga, que era hombre santo y muy milagrero.
Y los rabinos son gente curiosa y muy de ver, que gastan luengas barbas y luengas trenzas y un luengo gabán negro como guardapolvos de cuando los comercios antiguos. Su religión, o la higiene, o mismamente la tradición les ordena llevar el colodrillo tapado, porque dice la Tora: ¡MUUUUU!, lo que traducen los doctos rabinos por “tápate la nuca Aarón que te resfrías”, y como son cumplidores de verdad, no solo se ponen una tapa sino dos, y así llevan un sombrero de ala, y debajo una especie de bonete o boina de diseño que le dicen kippa. Lo mismo al fin y al cabo que los cristianos, que para taparnos lo nuestro, gastamos de pantalón y gayumbo. Y es que las religiones vienen a parar casi todas en lo mismo: no hay más que un solo Dios, el mío; no jodas al prójimo, (en más o menos amplia acepción del verbo) y al salir del templo, echa en el cepillo.
Es muy de verlos cuando rezan, que agarran un como misal, (la Tora) y empiezan a dar cabezadas y balanceos, se conoce que imitando a las toras en el campo y cuando están en Jerusalén, se van a un muro y se dan de calabazadas contra él y luego echan recaditos de papel en los agujeros que abren mismamente a cornadas. Al final, muy parecido a los besos de la columna del Pilar, con la diferencia de que lo de la Virgen nuestra es lo de verdad.